Notas de prensa

LA SUSTITUCIÓN DE LAS ETIQUETAS DE LOS PRODUCTOS POR ETIQUETAS DIGITALES PUEDE AMENAZAR LOS DERECHOS DE LOS CONSUMIDORES

  • Hogar sin Tóxicos alerta de que sustituir el etiquetado tradicional por herramientas como códigos QR dejaría aún más desprotegidos a los ciudadanos frente a posibles sustancias químicas preocupantes presentes en productos como pinturas, detergentes o cosméticos.
  • Las organizaciones de consumidores europeas desaconsejan el etiquetado electrónico y reclaman que la información clave sobre ingredientes o sobre el uso seguro de los productos figure de forma explícita e inmediata en las etiquetas. 

Madrid, 11 de marzo de 2021. Algunas instancias de la UE llevan años trabajando para ir sustituyendo progresivamente la información obligatoria de las etiquetas tradicionales de los productos de consumo por etiquetas electrónicas (e-labelling), por ejemplo en forma de códigos QR. Ello podría poner en riesgo los derechos de los consumidores, como el derecho a la salud en el caso de cosméticos, detergentes o pinturas, entre otros productos en cuya composición puede haber sustancias preocupantes. Así lo ha advertido Hogar sin tóxicos, que considera que el etiquetado electrónico dificulta y ralentiza enormemente el acceso a información clave tanto en el momento mismo de la compra como en el de utilizar los productos, por lo que pide que no se lleve a cabo la sustitución de las etiquetas tradicionales.

Para el responsable de Hogar sin tóxicos, Carlos de Prada, “el etiquetado electrónico es una barrera entre el consumidor y la información que obligatoriamente debe llevar cada producto. Es un sistema de consulta mucho más lento y engorroso que el etiquetado tradicional. Deja desprotegidos a los ciudadanos porque les obliga a tomar la iniciativa de buscar la información on line, en lugar de tenerla accesible y visible al momento, lo cual supondría un grave atentado contra su derecho a elegir informadamente. Las etiquetas deben contener más información de la que hoy contienen, no menos o ninguna”. Hogar sin tóxicos lleva años denunciando precisamente la escasa información que proporcionan muchas etiquetas, por ejemplo acerca de la posible presencia de sustancias preocupantes.

En esta misma línea se manifiesta la Oficina Europea de Organizaciones de Consumidores (BEUC/Bureau Européen des Unions de Consommateurs)[1] en un reciente informe sobre el tema. “La información sobre los productos y sus características es una protección fundamental de la salud, los derechos y los intereses del consumidor. Las etiquetas, los pictogramas y las instrucciones de uso fiables son fundamentales, por ejemplo, para garantizar el uso correcto y seguro de muchos productos de consumo, como pinturas, detergentes o cosméticos”. La información clave sobre la seguridad, ingredientes u otros aspectos debe permanecer sobre los propios productos en las etiquetas o, en casos especiales, en folletos que los acompañen. Es, por otro lado, lo que dictan normativas vigentes, como por ejemplo las de cosméticos o la de alimentos[2].

Será necesario revisar regulaciones

Sin embargo, la industria, con algún apoyo desde la Dirección General de Comercio Interior de la Comisión Europea, está promoviendo la sustitución de la información en las etiquetas por instrumentos digitales. Se podrían revisar regulaciones como las de detergentes y cosméticos para permitirlo. El argumento es que así se podría proporcionar “más información” al consumidor, además de reducir los costes vinculados al actual etiquetado. Pero, tal y como advierte Carlos de Prada, “en realidad sería algo que contribuiría a su desinformación, al no estar los datos accesibles instantáneamente y de forma sencilla, sin ningún otro proceso de por medio”.

El propio informe de BEUC detalla las razones que desaconsejan el etiquetado electrónico. Por ejemplo, que muchas personas no tienen teléfonos inteligentes (incluso en Dinamarca, el país de la UE con más smartphones, un 20% de sus habitantes carece de ellos[3]). Además deberían llevarlos encima en el momento de la compra y en condiciones de poder realizar una serie de funciones. Por otro lado hay amplias zonas con mala conectividad (millones de personas en Europa no usan internet y/o no tienen acceso, no solo en zonas rurales[4]). Por otra parte, muchas personas de cierta edad no tienen las habilidades digitales necesarias[5].

Tal y como puntualiza Carlos de Prada, “incluso sabiendo usar bien un smartphone, teniendo la app instalada y existiendo buena cobertura de internet, nadie dispone de tiempo ilimitado para comprar. Detenerse a escanear el código QR de cada producto o bien eterniza la compra, o hace que al final compremos sin informarnos, que será lo más probable que ocurra, mientras que el sistema actual de etiquetado permite una compra rápida, tal y como exige el ritmo de vida moderno. La simple propuesta de someter a tal engorro imposible a los consumidores expresa una colosal falta de respeto”. 

Según este experto, la desinformación existiría no solo en el momento de la compra sino también después, ya en casa. Algo que puede ser muy relevante, por ejemplo, para hacer un uso seguro de algunos productos potencialmente tóxicos o en caso de accidente doméstico, momento en que el etiquetado electrónico del producto en cuestión puede dificultar o impedir la información justo cuando se requieren una información y reacción inmediatas.

Riesgos añadidos del etiquetado electrónico

Otro aspecto importante, tal y como denuncia BEUC, radica en los riesgos inherentes a confiar a entidades privadas el alojamiento de la información de las etiquetas digitales. Estos riesgos pueden abarcar desde la posible exposición a prácticas comerciales dudosas hasta problemas relacionados con la privacidad de datos y la seguridad digital. También se incrementa la posibilidad de datos deficientemente preparados, o de información omitida o engañosa. De hecho ya hay antecedentes, por ejemplo en relación a detergentes, en los que en muchos casos no se remitía a los consumidores a las webs obligatorias en las que pudiesen conocer la composición[6].

Sustituir el etiquetado normal por el digital puede suponer una “flagrante contradicción”, según Carlos de Prada, con la normativa comunitaria que establece que debe informarse a los consumidores, en relación por ejemplo a productos alimentarios[7], para que estos con su elección puedan mejorar su salud, así como influir positivamente en temas como los medioambientales[8]. Es, por otro lado, una amplia demanda social que las etiquetas den información fiable sobre la composición, así como sobre aspectos nutricionales, económicos, ambientales, sociales o éticos. Algo que según BEUC debe aplicarse tanto a los productos que actualmente tienen etiquetados, como también en el caso de las nuevas obligaciones que se contemplan de divulgar ciertos aspectos, como por ejemplo el contenido de alérgenos en las fragancias de los cosméticos[9].

Para el responsable de Hogar sin tóxicos, las etiquetas digitales sí podrían servir en todo caso para ampliar información, por ejemplo sobre la composición o sobre los posibles efectos de algunos ingredientes o sustancias que pueden contener. Como señala Carlos de Prada, “debería ser obligatorio que se pudiese consultar por internet los centenares de sustancias que integran la composición total de muchos productos tales como insecticidas, ambientadores, productos de limpieza, etc., información que hoy se oculta. Entre tales sustancias puede haber algunas perjudiciales para la salud, tal y como revelan infinidad de estudios de la ciencia académica, como sucede con las sustancias alteradoras hormonales. Para ello deben derogarse las vergonzosas leyes de secreto comercial que hoy protegen los intereses de las empresas pero no los de los consumidores”.

También podrían usarse herramientas digitales por personas con problemas visuales, para dar consejos saludables o para garantizar la información más actualizada. Un ejemplo son los folletos electrónicos que está elaborando la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que por supuesto no sustituyen a los prospectos en papel que se incluyen con los medicamentos pero que sí sirven, por ejemplo, para informar sobre el descubrimiento reciente de efectos secundarios que no se conocían cuando se elaboró el prospecto.

[1]WHY MOVING ESSENTIAL PRODUCT INFORMATION ONLINE IS A NO-GO. BUREAU EUROPÉEN DES UNIONS DE CONSOMMATEURS AISBL | DER EUROPÄISCHE VERBRAUCHERVERBAND. Ref: BEUC-X-2021-016 – 23/02/2021. ACCESIBLE EN: https://www.beuc.eu/publications/why-moving-essential-product-information-online-no-go/html

[2]Regulation (EC) No 1223/2009 on cosmetic products  

Regulation (EU) No 1169/2011 — food information to consumers

[3] Eurostat. Digital economy and society statistics – households and individuals. June 2019.

[4] Basta consultar los datos de Eurostat de 2018 que muestran que el 11% de los ciudadanos de la UE nunca se había conectado a Internet, que el 15% de la población rural, el 9% de la de las ciudades y el 11% de la de los pueblos y suburbios. Eurostat. Digital economy and society statistics – households and individuals. June 2019.

[5] Eurostat. Internet access and use statistics – households and individuals – 2016 edition. December 2016. Según Eurostat solo un 57% de las personas de 55 a 74 años se conecta a internet con regularidad. Por otro lado, como la tecnología digital cambia de continuo, exige una constante actualización, por lo que ni los que ahora son jóvenes se verán libres de problemas en un futuro cuando sean mayores.

[6] Chemical Legislation European Enforcement Network. EuroDeter – Final Report. 2014.

[7] Reglamento de Información Alimentaria al Consumidor 1169/2011

[8] European Commission. EU Consumer Policy strategy 2007-2013 – Empowering consumers, enhancing their welfare, effectively protecting them. March 2007.

[9] BEUC. Labelling Fragrance Allergens. December 2018.

Para más información:

Elena Ávila

Tlf. 607 443 925

elena.avila@despacho37.com