Notas de prensa

EL CAMBIO CLIMÁTICO PUEDE FAVORECER FUTURAS PANDEMIAS AL FACILITAR LA TRANSMISIÓN DE ENFERMEDADES Y DEBILITAR EL SISTEMA INMUNITARIO DE PERSONAS Y ANIMALES

  • Las altas temperaturas benefician tanto a patógenos como a los transmisores de virus, que viven más tiempo, con mayor densidad y en más zonas geográficas.
  • Los expertos no dudan de que la actual pandemia es consecuencia del deterioro ambiental y apuestan por su recuperación como prevención de otras nuevas.
  • La alteración de los ecosistemas elimina barreras de contención de virus que constituyen una amenaza para los humanos.
  • Con medidas sencillas se puede conseguir que las zonas del planeta con ecosistemas intactos pasen del 5 al 20% de la superficie terrestre.
  • Los expertos desmienten que sea posible un “crecimiento verde” desvinculado del consumo de recursos y de la emisión de carbono a la atmósfera.

Madrid, 2 de noviembre de 2021.El concepto “one health”, que relaciona y establece inequívocas líneas de interdependencia entre la salud del medio ambiente, la de los animales y la humana, ha cobrado más relevancia que nunca con la pandemia de la COVID-19. Los científicos no tienen duda del papel que ha jugado el deterioro ambiental en la aparición de este virus, que puede ser el primero de otros tantos si no tomamos medidas para evitarlo. Coincidiendo con la Cumbre del Clima y para poner sobre la mesa los altísimos riesgos sanitarios que implicaría no aprovechar esta última oportunidad, científicos de diferentes ramas se dan cita hasta el 5 de noviembre en la segunda edición del congreso online Una sola salud, un solo bienestar, que organiza el Observatorio de Salud y Medicina Integrativa (OSMI).

El doctor Tomás Álvaro, organizador del congreso y director del OSMI, subrayó que es imprescindible que la sociedad tome conciencia de la importancia del cuidado y reparación del medio ambiente, no solo por preservar la naturaleza, sino porque es un dique de contención ante eventuales futuras pandemias. “Es importante que en la Cumbre del Clima que está teniendo lugar en Glasgow se adopten compromisos serios para detener esta senda de destrucción en la que estamos inmersos. Seguramente éste será el último tren que podemos coger para evitar un desastre que tendrá muchísimas implicaciones. Se nos acaba el tiempo. Es urgente actuar”, apeló.

Uno de los aspectos que se trató de manera transversal fue el cambio climático, que, más allá del desastre puramente medioambiental, puede tener serias consecuencias para la salud humana al favorecer la proliferación y propagación de virus a la vez que debilita el sistema inmune de animales y personas. Fernando Fariñas, del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas, explicó que el aumento de la temperatura media del planeta favorece tanto a los mosquitos, que aparecen en mayor densidad y en más zonas, y que son los grandes propagadores de enfermedades; como a los propios patógenos, que con mayor temperatura pueden sobrevivir en zonas donde antes no les era posible.

Fariñas puso como ejemplo lo que está pasando ya con un patógeno que antes tenía muy poca prevalencia y que ahora se ha convertido en un asesino de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs): el hongo Candida auris.  Este hongo se multiplica y prolifera con las altas temperaturas; y ahora abunda en lugares donde antes, con dos grados menos, no podía subsistir. Además, es resistente a antifúngicos que se emplean con mucha frecuencia en las infecciones fúngicas como por ejemplo el fluconazol, por lo que está provocando muchas muertes en personas hospitalizadas.

El Candida auris es solo una muestra de lo que puede sobrevenirnos. “Nuestra temperatura corporal media, de 37 grados, nos permite defendernos muy bien frente a patógenos que no pueden soportar esa temperatura. Sin embargo, si invadimos el medio ambiente con microorganismos que toleran bien las altas temperaturas, es evidente que podrán infectarnos con mucha más facilidad”. Este experto recordó además que el aumento de la temperatura media debilita el sistema inmune de humanos y animales, lo que nos hace incluso más vulnerables ante eventuales infecciones.

Alarma por la pérdida de especies

Otra de las consecuencias directas del deterioro ambiental es la pérdida de especies. Fernando Valladares, profesor de Investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos, aseguró que se calcula que en torno a un millón de especies están en peligro de extinción debido a las actividades humanas. Y explicó de una manera muy sencilla lo que esto supone: “Los ecosistemas son como una máquina con sus componentes. Se pueden ir quitando piezas sin que pase nada; pero si le quitamos muchos remaches llegará un momento que no se sostendrá la carrocería; o si quitamos una pieza muy importante como un cilindro, el coche no puede funcionar. Con los ecosistemas pasará lo mismo, llegará un momento en que se pierden tantas especies que el sistema se volverá disfuncional. Hay que pensar que cada especie tiene una función, y su desaparición arrastra en cascada a otras especies”.

Este experto del CSIC aseguró que esta extinción indirecta es la que más preocupa a los científicos. Una de las funciones que tiene un sistema bien estructurado, con predadores, presas y riqueza de especies, es regular los patógenos que pueden ser una amenaza para la salud humana. Esto está bien documentado con estudios que han visto, por ejemplo, el impacto favorable que tiene la diversidad de aves para bajar la carga viral de un patógeno común a todas ellas; o cómo la presencia de lobos puede disminuir los casos de tuberculosis en jabalíes.

“La degradación ambiental elimina en primer lugar las especies que nos protegen frente a estos patógenos, y a su vez permite la proliferación de animales hospedadores de zoonosis”, explicó. En ese sentido, se ha cuantificado científicamente cómo la deforestación de bosques tropicales y su sustitución por plantaciones de palma ha multiplicado por cinco las zoonosis.

En su ponencia, Valladares apostó por la denominada “inmunidad de paisaje”, análoga a la inmunidad de grupo, pero teniendo en cuenta todos los ecosistemas. “La naturaleza es la verdadera vacuna porque es preventiva; se anticipa a que haya un desbordamiento de contagios zoonóticos de animales a humanos, y además es inespecífica porque vale contra cientos o miles de virus”, subrayó.

Invertir en el medio ambiente es rentable

En ese sentido, se refirió a un estudio científico que estima que solo el 5% del planeta está intacto, pero que a la vez sostiene que actuaciones en zonas donde aún hay un buen nivel de integridad ecológica puede elevar ese porcentaje al 20%. “En muchos casos sería suficiente corregir la pérdida de fauna”, explicó.

Además, hizo hincapié en la rentabilidad de invertir en la restauración y protección de los ecosistemas, por la reducción de los grandes riesgos que implica el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Pasar a proteger del 15 al 30% de los manglares y bosques evitaría una pérdida de entre 170 y 534 millones de dólares para el año 2050 debido a la reducción de inundaciones, cambio climático, suelo perdido y daños por marejadas costeras.

En ese sentido, explicó que la prevención de las pandemias deteniendo la deforestación de las zonas tropicales, limitando el comercio de especies y con sistemas de alertas tempranas costaría entre 17 y 37 billones de dólares; mientras que los costes del manejo de una sola pandemia como la COVID-19 asciende a entre 8 y 16 trillones de dólares, mil veces más.

Según apuntó, solo hay una manera de salir de esta crisis sanitaria que ha supuesto la covid-19, que en realidad es un reflejo de una crisis ambiental, y es, siguiendo el concepto one health, no perder de vista la estrecha relación entre la salud de las plantas, los animales y los humanos.

Este experto del CSIC recordó que el concepto de “crecimiento verde” no se sostiene y que a pesar de que en las políticas nacionales e internacionales se asume que se puede crecer continuamente sin perjudicar el medio ambiente, es imposible desvincular este crecimiento del uso de recursos naturales y de la emisión de carbono a la atmósfera.

Resistencia a los antibióticos

En este marco, no todo es negativo. Santiago Vega, catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, explicó que hay cosas que al menos en Europa se están haciendo bien, como la reducción del uso de antibióticos en la ganadería. Aunque lo ideal es disminuir el consumo de carne puesto que es uno de los factores que tiene más impacto en el medio ambiente, si nos centramos en el uso de antibióticos, la realidad es que España, gracias al plan REDUCE, la cantidad ha bajado un 32%.

Si bien en Europa este problema se está atajando al apostar por otras medidas de control y por la vacunación para prevenir enfermedades en el ganado, este experto alertó sobre la situación en países en vías de desarrollo, donde la producción de carne se ha incrementado muchísimo en los últimos años y donde es previsible que se siga recurriendo a los antibióticos para prevenir enfermedades en las granjas. En este contexto, explicó que ya se están encendiendo las alarmas porque hay muchas zonas del planeta, donde se sitúan los países en vías de desarrollo, donde están aumentando las resistencias a antimicrobianos con tasas por encima del 50%. Este aspecto es especialmente relevante porque se estima que cada año se producen unas 700.000 muertes en el mundo debido a resistencia a antimicrobianos; una cifra que podría llegar a los diez millones en el año 2050.

Santiago Vega recordó que sólo se conoce un 1% de los virus que se estiman existen en el planeta y abundó en la idea de que para preservar la salud de las personas es imprescindible la salud planetaria. “No podemos volver a la misma normalidad que teníamos porque es la que nos ha llevado a esta crisis. Los cambios en el uso de la tierra, la intensificación del comercio y la producción y el consumo de manera insostenible son actividades humanas que impulsan el cambio climático y son las que han provocado esta pandemia”, subrayó. En ese sentido, recordó que la ONU ha establecido como plazo máximo el año 2030; momento en que ya debemos haber frenado el deterioro ambiental “o el planeta entrará en un proceso irreversible”.

La situación es crítica. Según resume Fernando Fariñas, recordando las palabras del actor Harrison Ford, “nosotros necesitamos a la naturaleza, pero ella no nos necesita a nosotros. O cambiamos, o nos cambian; o, lo que puede ser incluso más drástico; nos recambian”.

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Elena Ávila

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